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  • Marzo 8, 2022

Logros y desafíos de las mujeres en la Educación Superior

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Logros y desafíos de las mujeres en la Educación Superior

Tiempo de lectura 5 minutos

Eloísa Díaz Isunza se transformó, en 1880, en la primera mujer chilena en cursar estudios de educación superior al postular a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. En esa época, debió asistir a todas sus clases acompañada por su madre y tras un biombo que la separaba de sus compañeros hombres en la sala. 

Han transcurrido 142 años desde ese evento y la realidad de las mujeres en la educación superior chilena es hoy muy diferente. Alrededor del 54% de quienes hoy se matriculan en instituciones de educación superior (universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica) son mujeres. 

Las estudiantes no solamente destacan en cuanto a número, sino que también en otras dimensiones de la Educación Superior. Según datos entregados por el Sistema de Información en Educación Superior (SIES) en febrero de 2021, las mujeres tienen una mayor Tasa de aprobación anual en Educación Superior, esto es, el porcentaje de asignaturas aprobadas por un estudiante respecto del total de asignaturas cursadas en el período. En las carreras de pregrado alcanza un 88,1% en mujeres y 81,7% en hombres. Lo mismo sucede con la Retención de primer año de pregrado, ya que un 76,3% de las mujeres continúan sus estudios, mientras que solamente un 70,7% de los hombres lo hace. 

Por supuesto, ambas cosas se ven reflejadas en los porcentajes de participación que hombres y mujeres tienen en la Titulación en Educación Superior. Así, se observa que las mujeres fueron un 56,6% de todos los estudiantes titulados en el periodo 2015 a 2019, lo que se traduce en una brecha de 14,2 puntos porcentuales con su contraparte masculina. 

Sin embargo, todo este avance no ha impedido que ciertas brechas, si bien algo atenuadas, se mantengan en el tiempo, principalmente en lo que se refiere a la participación femenina en las carreras vinculadas a las disciplinas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés). Según datos del Consejo Nacional de Educación del 2021, la mayor participación femenina se da en carreras del área de la salud (77%) y educación (76%), mientras que las únicas dos áreas con ingreso femenino menor al masculino ocurre en las Fuerzas Armadas y de Orden, que tiene una participación femenina de un 25% y en las carreras de Tecnología, asociadas a la Ingeniería, Computación, Mecánica, Electrónica y Construcción, entre otras, donde la participación femenina es de solamente un 20%. 

Un estudio de Acción Educar concluyó que la matrícula de mujeres en primer año de alguna carrera tecnológica llegó al 20% en Chile en 2021. Cifra que permanece estancada desde 2013, cuando alcanzó 23%, su valor más alto. Ello nos deja lejos del promedio OCDE de participación femenina en carreras STEM, que llega a 32% y que en algunos países -como Polonia, Italia, Portugal o Reino Unido- se empina hasta el 40%. “Potenciar el ingreso de mujeres a las carreras del área de tecnología podría traer beneficios tanto a la diversidad de las carreras como a una disminución de las brechas salariales, debido al alto ingreso esperado en estas carreras”, destaca el comunicado del estudio.

Ello, porque en la práctica esta disparidad sí tiene consecuencias importantes en las proyecciones de unos y otros. Según información entregada por el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, “Educación Básica, Educación Parvularia y Enfermería, tienen una remuneración promedio al segundo año de egreso de $814.315 pesos. En tanto, carreras con alto porcentaje de hombres como Ingeniería Civil Eléctrica, Ingeniería Civil Electrónica e Ingeniería en Computación e Informática, tienen un ingreso promedio al segundo año de egreso de $1.408.522 pesos. Es decir, una brecha de 594.207 pesos”.

Este desfase en el mundo académico, tiene efectos posteriores en la participación y relevancia en el mundo laboral. De acuerdo con la Radiografía de Mujeres en Tecnología que realizó ONU Mujeres y que analizó el escenario en nuestro país, el 64% de las empresas dice contar con menos del 40% de colaboradoras en su planta y, específicamente, en tecnología, la cifra es más sorprendente: el 24% de las organizaciones dice tener menos del 5% de trabajadoras. 

Además, un estudio de la Subsecretaría de Ciencia a investigadores hombres y mujeres que postularon a programas de financiamiento público para investigación durante el período 2000-2019, determinó que, frente a la misma tarea, productividad, edad, experiencia y adjudicaciones a fondos, investigadoras en Chile reciben un salario 11% inferior al de sus colegas hombres.  Una de las principales conclusiones de este análisis es que la discriminación contra las mujeres pareciera ser más fuerte dentro de las disciplinas STEM y aumentar entre los investigadores con mayor experiencia.

La discusión se centra actualmente en cuáles serían los motivos para la baja participación femenina en carreras STEM y en cómo fomentar su participación futura. Un elemento a considerar tiene que ver con la diferencia en los juegos y juguetes que son mayormente presentados a niños y niñas desde muy temprana edad. Mientras ellos juegan con autos y juguetes mecánicos, a las niñas se les ofrecen artículos relacionados con la belleza, el cuidado y el hogar. Y este prejuicio sobre los intereses y capacidades de las mujeres se ve reflejada en la etapa escolar. Hay numerosos estudios que dicen que las niñas y adolescentes se sienten menos capaces que sus compañeros hombres y perciben que no son igualmente consideradas en los ramos de ciencias y tecnología.

Un estudio del CIAE del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la U. de Chile y de la U. Alberto Hurtado encontró que “las postulaciones universitarias están influenciadas por estereotipos sociales: los hombres pueden sentir más presión social para tener éxito, eligiendo la opción más selectiva y las mujeres pueden sentirse inseguras sobre sus propios conocimientos, creyendo que son menos aptas para opciones más selectivas. La literatura muestra que las mujeres generalmente son más adversas al riesgo y tienen más probabilidad de rehuir la competencia, y sugiere que esto está relacionado con una brecha de género en la autoconfianza basada en estereotipos de género”. Finalmente, esto termina transformándose en un círculo vicioso, pues así como hay pocas estudiantes mujeres en carreras STEM, hay también muy pocas académicas en esta área, lo que no contribuye a que más jóvenes se motiven por seguir este camino.

Sin duda nos encontramos ante un gran desafío. Es por ello que hoy hay en Chile diversas instituciones y organizaciones privadas trabajando en este tema. El Estado lanzó en 2021 la ‘Política Nacional de Igualdad de Género para la Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación’, que tiene como objetivo que, para el 2030, no existan diferencias entre la cantidad de hombres y mujeres en las carreras STEM. Este proyecto busca ofrecer las condiciones educacionales, sociales y laborales para que las mujeres entren a las áreas de tecnología, ciencia e innovación.  El proyecto “Mujeres en STEM: Comunidad de mujeres en las TICs”, financiado por UNESCO-UNEVOC y Duoc UC, busca la promoción de la equidad e igualdad de género en las carreras de la información y comunicación. También son muy interesantes los programas que trabajan a nivel escolar Technovation Girls Chile e Ingeniosas.

Seguramente estas iniciativas, sumadas a la reciente relevancia que han alcanzado jóvenes científicas como la astrónoma Teresa Paneque, la microbióloga Cristina Dorador y Maisa Rojas, física y futura Ministra de Medio Ambiente, pueden ser un importante impulso para las niñas y jóvenes que están definiendo su vocación.


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