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  • Agosto 8, 2018

Cambio de carrera: ¿Qué hago si me va mal en el primer semestre?

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Cambio de carrera: ¿Qué hago si me va mal en el primer semestre?

Tiempo de lectura 3 minutos

Cuando uno entra en la universidad, llega lleno de expectativas y sueños que se vienen formando desde hace mucho tiempo. Sin embargo, al paso de los meses, muchos se dan cuenta de que no se sienten cómodos con lo que están estudiando, no es lo que quieren hacer durante su vida o les va mal en las notas. Por lo mismo, al final del semestre, asoma una decisión importante: cambio de carrera.

¿Estoy mal si pienso en cambiarme de carrera?

No. Según el Informe de Retención de 1° año publicado por el Servicio de Información de Educación Superior, en la última generación estudiada (2016) un 77,9% de los estudiantes permanecen en el programa después del primer año cursado. Esto quiere decir que más de un quinto de quienes ingresan a estudiar una carrera en la universidad desiste en el camino.

Por ejemplo, al considerar las 25 carreras con mayor matrícula de primer año en 2016, 15 programas superan el 80% de retención de 1er año. Además, consistentemente las mujeres muestran una tasa de retención de 1er año más alta que la de los hombres. Para la generación del año anterior, alcanzó un 75,5% en mujeres y 69,1% en los hombres.

Estos números coinciden con las matrículas de los preuniversitarios para programas intensivos en el segundo semestre. Preuniversitario Pedro de Valdivia tuvo 1.288 estudiantes ya egresados del sistema escolar se matricularon en estos programas el año pasado. Son estos estudiantes novatos, que empiezan a tomar muchas decisiones difíciles ¿Seguir o no seguir el segundo semestre?, ¿Desertar o congelar?, ¿Cómo contarle a los papás? ¿Preparar solos la PSU o ingresar a un preuniversitario?

¿Qué es lo primero que me debo preguntar?

En este caso, antes de tomar una decisión es necesario pensar ¿Qué es lo que no me gusta de la carrera? ¿Será que no me gusta, o es solo disconformidad con el rendimiento? “Dar respuesta a estas preguntas permitirá a los alumnos reflexionar sobre sus verdaderas motivaciones. Si se trata de una sensación momentánea que puede sobrellevarse, como por ejemplo mejorar el rendimiento con más estudio, o si finalmente es necesario tomar la decisión de cambiarse. Para esto les recomendamos acudir a ayuda profesional”, dice Beatriz Rivera, Directora Nacional de Orientación del Preuniversitario Pedro de Valdivia.

¿Quién me puede ayudar ante esto?

Antes de todo, esta situación no se debe entender como un fracaso, sino como una oportunidad de aprendizaje, de descubrir lo que realmente se quiere. “La mejor forma de manejar la ansiedad es conversar sobre esto con personas de confianza, como la familia, amigos o un psicólogo. De esta forma, los jóvenes se sentirán apoyados durante el proceso. Si tienen miedo a ser juzgados o castigados, el consejo es luchar contra esos miedos y apostar por el apoyo que necesitan recibir por parte de sus cercanos”, apunta Rivera. Junto con ello, recibir opiniones de los demás ayuda a tomar una decisión correcta sobre el futuro vocacional.

Aunque los padres debieran ser los primeros a los que se acuda en esta encrucijada, muchas veces los estudiantes lidian con sus expectativas sobre su futuro profesional, por lo que suele ser un tanto amedrentador el tener que hablar de ello con la familia. “Ante esto, es recomendable que antes de plantear ‘Quiero salirme de la carrera’, se piense en un plan que acompañe esta afirmación: ‘Quiero salirme de la carrera y mi plan es’”, comenta la orientadora.

¿Qué hago si no quiero estar más en esa carrera?

Entonces se hace necesario evaluar las distintas alternativas. Seguir hasta completar el año podría abrir la posibilidad de convalidar ramos aprobados en otra carrera de su interés; Congelar brinda un tiempo suficiente para pensar y reflexionar sobre la situación y comenzar nuevamente el año siguiente; Salirse permite preparar nuevamente la PSU y reflexionar con tiempo aquello que realmente se ajusta a un proyecto de vida, personalidad, habilidades y otros.

A sólo cinco meses de la prueba – que este año se rendirá el 26 y 27 de noviembre – los estudiantes que se enfrentan a esta situación, deben comenzar a prepararse para volver a rendir la PSU.

¿Hay algo que pueda empezar a hacer desde ya?

“Se recomienda que la preparación de esta prueba sea metódica y constante. Organizar y jerarquizar las actividades y estudiar diariamente en bloques de no más de 90 minutos, que incluyan 15 minutos de descanso para no agotarse. Hacer ensayos, tomando el tiempo en que se demora, identificando en qué preguntas se toma más tiempo”, dice Rivera.

Tomar uno o más cursos en un preuniversitario es una buena alternativa, pues permite establecer una rutina y disciplina en la preparación, que se refuerza externamente, quitándole al joven el peso exclusivo de este proceso. En esta época del año hay disponibles cursos de preparación intensivos para que los jóvenes se pongan a punto para rendir la PSU.

“Los contenidos son los mismos, pero se pasan en cuatro meses (agosto a noviembre) en lugar de los ocho meses que tienen los cursos anuales (abril a noviembre). Por lo tanto, si se decide a seguir un curso intensivo debe estar preparado para trabajar “intensamente”, dice Alonso Morgado, Director Nacional del Preuniversitario Pedro de Valdivia.

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